La posibilidad de que las tasas de interés hayan tocado techo está impulsando los precios del oro a máximos históricos.
Los futuros del oro para entrega en diciembre se establecieron el viernes pasado en US$ 2.071 la onza troy, superando su máximo anterior de US$ 2051,50 la onza alcanzado en agosto de 2020. El oro ha avanzado durante siete de las últimas ocho semanas, con lo que su ganancia este año asciende al 11%. Eso pone a los futuros en camino de su mejor rendimiento anual desde 2020, cuando el Covid-19 colapsó la economía y elevó el metal precioso un 24%. Los futuros cayeron un 2,3%, a US$ 2024,10 el lunes.
El récord está siendo observado de cerca en Wall Street, donde el oro se encuentra en la intersección de varias corrientes cruzadas del mercado en un momento particularmente desconcertante. La gente suele comprar el metal precioso como protección contra la inflación, pero la inflación está cayendo. El oro atrae a los inversores que buscan refugiarse de las recesiones económicas, pero la economía sigue siendo fuerte y las expectativas de que se ralentice sólo moderadamente -aunque contenidas- han contribuido a impulsar las subidas de las acciones.
Muchos citan la posibilidad de que la Reserva Federal recorte las tasas de interés como uno de los factores que explican la actual subida del oro. Las expectativas de una baja de tasas han provocado subidas de las acciones y los bonos en las últimas semanas, con inversores que apuestan a que el enfriamiento de la inflación significa que la Reserva Federal reducirá las tasas con o sin recesión. Los rendimientos de los bonos han caído bruscamente, incluso sobre una base ajustada a la inflación.
Los inversores suelen optar por el oro en lugar de los bonos cuando los rendimientos ajustados a la inflación -conocidos como rendimientos reales- disminuyen. Esto reduce el beneficio de los pagos regulares de los bonos en comparación con el oro, que no paga ingresos. También supone un cambio con respecto a los últimos años, cuando el aumento de los rendimientos reales pesaba sobre los precios del oro, decepcionando a quienes habían pregonado el potencial del metal como protección contra el repunte de la inflación. La caída de los rendimientos también ha arrastrado al dólar, abaratando el oro para los inversores de fuera de Estados Unidos.
Los inversores tienden a comprar oro cuando están nerviosos. Los futuros cruzaron por primera vez los US$ 2.000 durante la carrera pandémica del oro, saltaron después de que Rusia invadiera Ucrania en 2022 y volvieron a saltar cuando se hundió el Silicon Valley Bank en marzo. El oro ganó más de un 5% en la semana posterior al ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre.
Pero los inversores afirman que abundan preocupaciones más prosaicas, como el temor a que el repunte de las acciones y los bonos haya elevado demasiado sus precios, especialmente si la economía entra en recesión.
“El oro se ha convertido en un sustituto de las expectativas de recorte de tasas de la Reserva Federal y del descontento general”, dijo Nicky Shiels, estratega de metales de MKS PAMP.
La reciente subida ha impulsado las acciones de las mineras. El fondo cotizado VanEck Gold Miners, que tiene participaciones en mineras como Newmont, Barrick Gold y Agnico Eagle Mines, experimentó un aumento de los flujos de entrada en noviembre y subió un 12% durante el mes, en comparación con una ganancia del 8,9% para el índice S&P 500.
Sin embargo, los inversores están divididos sobre el oro en sí, según Suki Cooper, analista de metales preciosos de Standard Chartered. Los particulares están comprando monedas de oro a buen ritmo, lo que ella interpreta como preocupación por el riesgo geopolítico. Mientras tanto, los fondos cotizados en bolsa (ETF) como el SPDR Gold Shares, que mantienen el metal físico, han registrado salidas este año, lo que Cooper atribuye a que los gestores de dinero profesionales han renunciado al oro en favor de activos de mayor rentabilidad.
Estos indicios de que muchos especuladores se mantienen al margen y podrían seguir comprando al alza animan a los operadores que ya poseen oro, como Stephen Klein, director de operaciones y cogestor de carteras del fondo de cobertura AFBI.
“Está muy poco invertido, y todo el mundo lo odia”, señaló Klein sobre el oro. “Me encanta el hecho de que el posicionamiento no esté ahí”, agregó.
Otro factor que ha impulsado la reciente subida de los precios del 2020 es la fiebre por el oro de muchos de los bancos centrales del mundo. Fueron en gran medida vendedores netos de oro durante décadas después de 1971, cuando el entonces presidente Richard Nixon cortó el vínculo entre el oro y el dólar estadounidense. Pero los bancos centrales se convirtieron en compradores tras la crisis financiera mundial de 2008, buscando diversificar sus tenencias, explicó Krishan Gopaul, analista principal del Consejo Mundial del Oro.
Liderados por los de China, Polonia y Singapur, este año los bancos centrales van camino de superar su récord de compras de oro de 2022, cuando las aproximadamente 1.100 toneladas métricas que adquirieron representaron casi el 30% de la producción minera mundial. Las compras de los bancos centrales fueron una razón clave por la que el valor del oro se mantuvo firme el año pasado, a pesar de la rápida subida de los tipos, sostuvo Aakash Doshi, jefe de investigación de materias primas para las Américas de Citigroup.
“El piso estructural del precio del oro es más alto”, afirmó Doshi, “y los bancos centrales son una gran parte de esa historia”, apuntó.
Sin embargo, algunos factores podrían seguir actuando en contra del oro. Una venta masiva de bonos podría provocar un cambio de tendencia en los rendimientos reales. De acuerdo a James Steel, analista jefe de metales preciosos de HSBC, es probable que unos precios tan altos frenen la compra de oro físico por parte de los bancos centrales, pero también de China e India, los dos mayores compradores de lingotes, monedas y joyas.
Steel añadió que las tasas de reciclaje se han disparado en lugares como la India cuando los precios alcanzaron los US$ 1.900 la onza, con más consumidores que buscan sacar provecho de los altos precios del oro. “Si no contamos con el apoyo de los consumidores minoristas, sólo nos quedan los inversores para sostener el mercado”, aseguró.
Con todo, los analistas de Wall Street son en general optimistas sobre las perspectivas del oro a medio plazo. J.P. Morgan prevé que una serie de recortes de las tasas de interés de la Reserva Federal entre la segunda mitad de 2024 y la primera de 2025 elevarán los precios hasta los US$ 2.300 la onza.
Por ahora, los operadores se centran en la reunión de la Reserva Federal de la semana que viene. El operador de metales independiente Tai Wong, un veterano de los mercados con 30 años de experiencia, está aplazando la ampliación de su posición larga en oro, porque cree que es probable que el banco central estadounidense indique un ritmo de recortes de tasas más lento de lo que espera el mercado.
“Creo que el mercado se está adelantando”, dijo Wong. “Esta reunión de la Reserva Federal será muy importante para reajustar las expectativas”, concluyó.
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