Pamela Chávez, de la ciencia al emprendimiento y ahora a Codelco

La ingeniera acuícola y PhD en Fisiología celular en metales que acaba de ser designada en el directorio de Codelco, fundó dos startups en Antofagasta: Aguamarina, con foco en la minería, la que vendió para crear Domolif, centrada en el desarrollo de nanopartículas con bacterias.

Pamela Chávez, quien acaba de ser designada en el directorio de Codelco, es de la ciudad de Antofagasta. Sus años escolares los realizó en el Instituto Santa María de Antofagasta y tuvo un «excelente rendimiento académico», cuenta. Una de las cosas que marcó esa etapa de su vida fue la hiperactividad, la cual trajo problemas para sus padres, porque «los llamaban todo el tiempo, yo era muy inquieta y ellos no sabían qué hacer con toda la energía que tenía».

Tras varios intentos de canalizar su energía a través de distintas disciplinas deportivas, a los 13 años llegó la solución, cuando le ofrecieron participar en la Academia Científica.

«Era muy curiosa, no me gustaban las cosas tradicionales y mi profesora de biología se dio cuenta de que en la Academia podía hacer muchas cosas. Lo primero que hice fue estudiar el desarrollo embrionario de las ranas. Todo eso me gustó demasiado, fue conocer un mundo nuevo», cuenta.

Ese fue el punto de partida de su amor por la ciencia.

La científica

Luego de ganar varios concursos escolares y participar en proyectos, Pamela decidió estudiar Ingeniería en Acuicultura en la Universidad de Antofagasta. Entrar a la educación superior le permitió escribir su primer artículo científico a los 18 años sobre el loco, gracias a un Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Fondecyt. En esa casa de estudios continuó realizando investigaciones, proyectos y pasando gran parte de su tiempo en laboratorios.

Cuando tenía 21 años, postuló a becas para realizar posgrados fuera de Chile, y emprendió rumbo a la Universidad de Kioto, en Japón. Afirma que «nunca fue un límite tener que aprender un idioma nuevo, yo solo estaba emocionadísima por lo que hacía el laboratorio allá».

Sus ganas por explorar las fronteras del conocimiento la llevaron en 1993 a matricularse en el magíster en Microbiología Acuática, y dos años más tarde, cursó un doctorado en Microbiología molecular y Biotecnología. No se detuvo allí y en 1998 realizó un posdoctorado en la Universidad de Hawái en Fisiología celular en metales pesados.

La decisión de emprender

Al regresar a Chile, la ingeniera acuícola llegó con una base robusta de conocimientos del extranjero. Luego de trabajar como profesora asociada durante más de nueve años en la Universidad de Antofagasta, optó por emprender.

Su primer emprendimiento consolidado fue Aguamarina en 2008, una empresa de biotecnología catalogada como una Empresa de Base Científico-Tecnológica (EBCT). La firma desarrolla productos que optimizan procesos y velan por la conservación del medio ambiente en la minería.

«Con Aguamarina le pudimos demostrar al ecosistema, y sobre todo al minero, que es posible confiar en el talento local y hacer tecnologías de punta en Chile y en Antofagasta», señala.

Luego de 13 años, Chávez vendió Aguamarina para seguir desarrollando otros productos en el área de la biotecnología. Sin embargo, no se fue sola. Dos de sus socias siguieron su camino y dejaron la empresa con la idea de crear juntas algo nuevo. Así, Chávez, Andrea Contreras y Johanna Obreque fundaron Domolif en 2020.

La startup se enfoca en la investigación biotecnológica, tanto para productos de desinfección doméstica con nanopartículas, como en el desarrollo de nanopartículas biológicas a partir de bacterias.

También cuenta con servicios de consultoría para startups. «Recorrer el camino que hicimos desde cero es muy difícil. Hay emprendimientos que están recién partiendo, y queremos ayudarlos a que logren más rápido sus objetivos», cuenta la ingeniera.

A raíz de la trayectoria que ha tenido, vio un constante vacío en los directorios de las empresas: las mujeres. Como respuesta, junto a Nancy Pérez, Varinka Farren y Carolina Sepúlveda fundó Women Board Up, una asociación que impulsa a las mujeres en el mundo de los directorios de las Empresas de Base Científica y Tecnológica.

Un hub en la región

Los planes de Chávez se centran en continuar con el desarrollo de Domolif, pero son mucho más ambiciosos: busca generar un hub con arraigo en la región y aportar en robustecer el ecosistema del emprendimiento tecnológico.

También tiene planes para la nueva asociación. Cuenta que el objetivo en los próximos años es expandirla, con el fin de que se logre una incorporación de las mujeres en los directorios a nivel latinoamericano en las EBCT. «Hay tantas mujeres talentosas, queremos contar con una red de mujeres instaladas en muchas compañías y promover su participación», dice.

Añade que le gustaría colaborar con este Gobierno, «es súper feminista, muy progresista y me identifico mucho con el lado progresista por esa confianza en el talento de la mujer».

Fuente: Diario Financiero

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