Minería submarina: una industria de efectos desconocidos donde países tienen puesta la mira

La creciente demanda de minerales y recursos limitados en los depósitos tradicionales ha llevado a algunos países y corporaciones mineras a enfocarse en una nueva industria: la minería submarina. Esta actividad, actualmente en discusión, tiene el potencial de extraer oro, zinc, plata, cobre y otros minerales del lecho marino, una de las zonas menos exploradas de nuestro planeta. Sin embargo, los efectos de esta industria siguen siendo desconocidos.

La minería submarina implica la extracción de minerales del fondo del mar, por debajo de los 200 metros y más allá de la jurisdicción de las aguas nacionales. El océano profundo, las aguas internacionales y la alta mar representan el hábitat más extenso y menos explorado de la Tierra. Solo hemos explorado aproximadamente el 1% de estas áreas debido a las dificultades de acceso.

Es en estas profundidades marinas donde países y compañías mineras están planeando proyectos para extraer minerales, como el cobalto, que está agotándose en la superficie y es cada vez más demandado, especialmente por el sector tecnológico y la fabricación de vehículos eléctricos.

Los yacimientos submarinos albergan una gran cantidad de recursos energéticos y minerales estratégicos para el desarrollo de una sociedad moderna. El océano cubre casi las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra y alberga recursos como petróleo, gas, telurio, oro, diamantes y tierras raras. Estos recursos son altamente valorados y los países compiten por su acceso para impulsar su desarrollo tecnológico.

Se estima que el 96% de las reservas de cobalto, el 84% de níquel y el 79% de manganeso, minerales cruciales en la fabricación de baterías, generadores eólicos y paneles solares, se encuentran en el lecho marino.

Sin embargo, la minería submarina plantea desafíos legales. Hasta ahora, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) de 1982 es el principal marco regulatorio que aborda la actividad minera en los fondos marinos. Aunque se espera la entrada en vigor del primer Tratado de Altamar, actualmente en proceso de implementación, la regulación actual es limitada.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) se creó en 1994 para regular la exploración y explotación de los recursos marinos. Sin embargo, existe una disposición en la CONVEMAR conocida como la «norma de los dos años», que permite a los países miembros aplicar esta norma y comenzar actividades de minería submarina si han obtenido una licencia.

En 2021, Nauru, un pequeño estado insular del Pacífico y patrocinador de Nauru Ocean Resources Inc (Nori), una filial de la empresa minera canadiense The Metals Company, dio a la ISA un ultimátum. Si para el año 2023 la ISA no desarrolla regulaciones para la minería submarina, Nauru comenzará operaciones de prospección con un permiso provisional, a pesar de la oposición de otros países miembros.

Según datos de la ISA, se han otorgado alrededor de treinta contratos de exploración de recursos marinos a diversas compañías y startups. Estas áreas de prospección cubren más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados, tres veces la superficie de España.

La minería submarina es una industria llena de incertidumbres, y esto ha generado divisiones entre países y organizaciones ecologistas que demandan una moratoria, una pausa precautoria o incluso la prohibición de esta actividad hasta que se investiguen adecuadamente sus efectos en el medioambiente marino. Greenpeace advierte que el avance de esta industria podría convertirse en una de las mayores amenazas para los ecosistemas marinos, con efectos negativos duraderos e irreversibles.

La propuesta no de ley española, presentada en 2023, argumentaba que la minería submarina tiene enormes impactos potenciales, desde los efectos tóxicos de los sedimentos y metales pesados a lo largo de la cadena trófica, hasta la liberación de gases de efecto invernadero secuestrados en los fondos oceánicos, y la destrucción irreversible de la biodiversidad marina.

Es importante reconocer que la minería submarina podría implicar la destrucción o extinción de especies, lo que sería un obstáculo para el descubrimiento de nuevas medicinas asociadas a formas de vida marina. Una investigación reciente liderada por el Museo de Historia Natural de Londres reveló que en la zona Clarion-Clipperton, que es dos veces más grande que la India y ya ha sido asignada a empresas para la exploración minera comercial, habitan 5.578 especies diferentes. Se estima que entre el 88% y el 92% de estas especies son totalmente desconocidas para la ciencia.

Muriel Rabone, ecóloga e investigadora de ese museo londinense, destaca que compartimos este planeta con una asombrosa biodiversidad y tenemos la responsabilidad de comprenderla y protegerla.

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