Litio en Sudamérica ¿Cuáles son los efectos adversos de su explotación?

Latinoamérica cuenta con una de las mayores reservas de litio del mundo y su explotación está en auge debido a este mineral es considerado estratégico para la transición energética. Sin embargo, el impacto de esta industria todavía es poco conocido y preocupan sus consecuencias socioambientales.

El mineral se considera clave en la transición energética mundial y en el abandono de combustibles fósiles, pero ¿ cómo afecta su extracción al medio ambiente y a la disponibilidad de agua?

El litio es llamado el oro blanco del siglo XXI por ser un mineral estratégico para el desarrollo de baterías en dispositivos móviles y para la energía de los vehículos eléctricos, y en Sudamérica se extrae mayoritariamente de los salares.

El principal problema desde lo ambiental es que no se hacen estudios ambientales de base, no se estudia a fondo el comportamiento hídrico de los salares para entender el funcionamiento, cuánta agua entra naturalmente a ese salar y cuánta sale naturalmente y cuál es ese equilibrio hídrico entre zonas de agua dulce y zonas de agua salada que están en contacto de manera natural, dice la directora de Política Ambiental de la argentina Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Pía Marchegiani.

Los salares son cuencas hidrográficas de baja profundidad, que están situadas en territorios áridos donde el recurso estratégico vinculado a ellos es el agua, son característicos por la gran salinidad de sus aguas. Están compuestos de costras salinas de unos cuantos metros de espesor que se desarrollan sobre sedimentos lacustrinos.

En estos lugares, el acceso al agua es clave para las comunidades locales y sus medios de vida, así como para la flora y la fauna.

La alta demanda que ahora tiene este mineral ha desatado “la fiebre del litio”, haciendo que los territorios con yacimientos empiecen a tener no uno sino varios proyectos en desarrollo a la vez, lo que puede generar, directamente, un desastre ambiental.

Los principales impactos ambientales de la extracción de litio no difieren en gran medida de la de otros minerales: consumo de agua, modificaciones del paisaje, alteración de los flujos naturales de agua subterránea, alteración de zona de mezcla agua dulce-agua salada, contaminación de agua dulce, introducción de caminos de exploración en ecosistemas sensibles, instalación de infraestructura, impacto en la flora y fauna de la actividad industrial, generación de residuos sólidos y químicos, etc.

Las mayores reservas de litio

Si bien hay otros países latinoamericanos que cuentan con este mineral, Argentina, Bolivia y Chile se ubican en el denominado «triángulo del litio» y representan alrededor del 65% de las reservas mundiales.

Su elevada demanda reorganizó el mapa minero mundial, y en la región se concentró en la zona denominada ‘triángulo del litio’, un área de unos 43.000 km2 situada entre el sur de Bolivia, norte de Chile y la Puna Argentina, incluyendo los salares de Uyuni y Pastos Grandes (Bolivia), Atacama, La isla y Maricunga (Chile).

Este triángulo reúne un 65% de las reservas mundiales totales y el 85% de los recursos explotables a partir de salmuera. La menor inversión inicial requerida por esta fuente de litio explica como la extracción de litio en salmueras se incrementó en un 50% en una década.

Marchegiani explicó que la industria funciona de manera distinta en los tres países ya que no tienen los mismos marcos jurídicos. En Argentina es donde se ve con mayor énfasis la llegada de múltiples empresas al litio porque hay un marco jurídico más abierto, liberal, donde cualquier empresa internacional que llega y encuentra litio tiene todos los derechos posibles de extraerlo, haciendo todos los trámites administrativos necesarios.

En Bolivia y Chile hay otras normativas que permiten a las empresas privadas acceder al litio, pero deben de alguna forma asociarse con el Estado.

Una guía para proyectos

En Chile, investigadores de la Pontificia Universidad Católica liderados por Osvaldo Moreno y Ximena Arizaga trabajan en la entrega de una “Guía metodológica de evaluación complementaria de proyectos de minería no metálica de litio” para fines de este año.

Arizaga, doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos por la Pontificia Universidad Católica, explicó que ante la presentación de proyectos de litio es necesario comprender el territorio donde se quiere instalar y sus potenciales impactos.

Al igual que Marchegiani señaló a la falta de estudio sobre lo que puede suceder con las funciones hídricas de los salares como una de las principales preocupaciones frente a esta industria.

Los salares

El salar se compone de una capa de agua más profunda, que son las salmueras, pero en los bordes también hay agua dulce de las cuales viven las especies de fauna y flora que son características del salar y son muy sensibles a las variaciones que puedan producirse, expresó Arizaga.

También resaltó hay que tener en cuenta a las comunidades indígenas que habitan la zona, para las cuales el salar tiene una relevancia muy importante y hacen uso de los territorios para sus propias actividades culturales y productivas.

Es esencial que se consulte a las comunidades ante cualquier decisión que pueda afectar su forma de vida, algo que está establecido en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales.

Otro punto que se debe considerar a la hora de aprobar un proyecto de litio es el turismo y su implicación para los habitantes locales, dijo Arizaga.

Por ejemplo, dijo, el salar de Atacama, en Chile, es muy grande y permite quizás convivir a la industria del litio y el turismo, pero otros más pequeños pueden verse afectados y perjudicar el desarrollo local.

En ese sentido, el turismo es una industria con una alta tasa de empleabilidad y un impacto directo en el desarrollo local diferente al de las industrias de minerales que tienen un impacto más macroeconómico.

¿Daños irreparables?

Los ecosistemas altoandinos son resultado de un proceso de miles de millones de años y albergan una información que quizás todavía no somos capaces de interpretar. Hay mucha información científica que se puede extraer de los salares, hay muchos microorganismos que viven en los salares y esa riqueza química y biológica debe preservarse para el beneficio de las generaciones futuras.

Es enorme la riqueza de los ecosistemas de los salares y la falta de estudio de estos puede generar un daño irreparable para la tierra.

El deterioro potencial de todo aquello que no conocemos puede tener un impacto negativo en la vida futura, en los salares viven organismos que se han adaptado a condiciones extremas y que nos pueden enseñar, por ejemplo, cómo adaptarnos al cambio climático.

Marchegiani resaltó la importancia de los microorganismos conocidos como estromatolitos, que tienen información de del inicio de la vida del Universo, y tiene la capacidad de secuestrar dióxido de carbono y liberar oxígeno.

La alerta también es que se corre el riesgo de destruir un salar que tiene la capacidad de absorber dióxido de carbono, justamente el problema climático, por la falta información rigurosa de donde están y cómo funcionan como para preservarlos.

Establecer estándares

Se deben trazar estándares ambientales base definidos por el Estado, ya que actualmente es el oferente quien lo define y quien lleva adelante la evaluación del impacto ambiental de los proyectos.

En Argentina los procesos de evaluación lo hacen los propios interesados en la explotación, que contratan especialistas, pero pocas veces esa información es contrarrestada con información propia del Estado, porque no la tienen.

La guía en la que trabaja Arizaga plantea la posibilidad de adoptar un mecanismo similar al que se utiliza en otras concesiones en las que es el Estado el que define los estándares y se elige la mejor oferta a partir de ese estándar.

Para elaborar esos estándares se deben conocer y tener en cuenta la particularidad de cada territorio y definir si realmente puede acoger los proyectos.

Cada salar es distinto y hay que conocer las características de cada uno, por ejemplo, cuántas precipitaciones tiene anualmente, cual es la tasa de evaporación, cuál es el tamaño de la costra salina, cuánto magnesio hay -porque el magnesio no sirve y hay separarlo-, etcétera.

En definitiva, contar con información de cómo funciona el ecosistema hídrico de los salares es fundamental para entender el impacto ambiental que cada proyecto va a generar y si hay un daño que se puede reparar o si es irreversible.

 

Fuente: worldenergytrade

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