Un argentino residente en Córdoba, Edmundo Ramos, ha desarrollado un vehículo que funciona con un combustible peculiar: «gasura», un gas producido a partir de basura. Su invención, que surgió después de años de investigación y experimentación, ha llamado la atención no solo en Argentina sino en todo el mundo.
Un sueño hecho realidad
Edmundo Ramos, un ingeniero argentino que regresó de Estados Unidos en 2008, decidió invertir sus ahorros en la compra de propiedades en lugar de retirarse. Sin embargo, no se conformó con una vida de ocio y televisión, y en su búsqueda por dejar un legado útil sin fines de lucro, se propuso adelantarse al futuro y desarrollar un combustible alternativo a los fósiles.
Gasura: el combustible del futuro
Durante 12 años, Ramos trabajó en la creación de un vehículo que funcionara con un combustible completamente inusual, «gasura», derivado de residuos orgánicos y sólidos. Después de numerosos intentos y desafíos, logró hacer que su Ford Ranchera modelo ’83 funcionara con éxito con este nuevo combustible, alcanzando una velocidad de 100 kilómetros por hora.
Un proceso ingenioso
La creación de «gasura» no es una tarea sencilla. Antes de llenar el tanque del vehículo, es necesario carbonizar la basura. Ramos explica que la densidad de los residuos es crucial para determinar la eficacia del combustible. Diversos tipos de biomasa, como cáscaras de nuez o de banana, son carbonizados y almacenados en contenedores herméticos para mantenerlos secos.
Una vez listos los residuos carbonizados, se llenan en el gasificador, un cilindro con capacidad de 60 litros. Se inicia el proceso de combustión, y a través de la termólisis, se obtiene hidrógeno y monóxido de carbono. El humo producido se filtra antes de ingresar al motor, para evitar la emisión de partículas nocivas.
Sostenibilidad y beneficios
Ramos destaca que su vehículo no contamina y contribuye al medio ambiente. El monóxido de carbono que emite se convierte en dióxido de carbono, que, aunque es uno de los causantes del calentamiento global, no es tóxico. Además, el proceso genera oxígeno, lo que le valió la comparación con «un árbol con ruedas».
Un legado compartido
A pesar de su éxito, Ramos ha compartido los planos de su gasificador en redes sociales, permitiendo que personas de diferentes partes del mundo lo reproduzcan. Varias personas han copiado su invención en lugares como Suecia, Estados Unidos, África, Paraguay, Argentina y Bolivia. Este acto de compartir el conocimiento ha llevado a la posibilidad de establecer fábricas de gasificadores e incluso a la generación de energía eléctrica.
El futuro: «Plastigas»
Sin embargo, Edmundo Ramos no se detiene aquí. Su próximo proyecto es el «plastigas», un sistema que convierte residuos plásticos en gas, con el objetivo de abordar la contaminación plástica y contribuir aún más a la limpieza del planeta.
La historia de Edmundo Ramos demuestra que la innovación y la sostenibilidad pueden surgir de la perseverancia y la dedicación, y su legado promete inspirar a futuros inventores en todo el mundo.