La demanda creciente de metales para producir autos eléctricos lleva a las empresas mineras a explorar los fondos oceánicos. Extraer minerales a miles de metros de profundidad podría ser una realidad próximamente. Pero tal actividad pondría en peligro un ecosistema marino frágil y aún poco conocido, alertan ONGs y científicos.
¿Conoce usted la isla de Naurú en el Pacífico? Esta pequeña nación insular dispone desde 2021 un permiso de exploración minera de los fondos marinos. Y en virtud de las leyes internacionales, si los países del mundo no fijan reglas sobre la explotación de las aguas internacionales en 2023, Nauru obtendrá automáticamente un permiso para sacar de las aguas un verdadero tesoro: se trata de varias toneladas de hierro, zinc, cobre, oro, plata y otros metales indispensables para la industria y que reposan en el fondo océanos.
Tras exploraciones de los abismos, los científicos identificaron reservas mineras inmensas en la zona Pacífico de Clarion – Clipperton entre las costas de México y Hawái a 4.000 metros de profundidad. También se han identificado reservas mineras en la zona de Cocos y Nazca, cerca de las islas Galápagos y en los montes submarinos de Canarias en el Atlántico.
Las reservas metálicas oceánicas
“En Clarion – Clipperton, un área de millones de kilómetros cuadrados en los que aparecen depósitos minerales de nódulos polimetálicos. Son concreciones de óxidos de hierro y manganeso que acumulan un porcentaje elevado de metales de interés para la industria”, comenta Javier González, geólogo del Instituto geológico y minero de España y quien participó en varias misiones de exploración de los fondos marinos.
Dichos minerales son los que despiertan el apetito de industrias para la producción de “laptops, teléfonos móviles, pantallas de plasma, de televisión, y para tecnologías de producción de energías limpias como los generadores eólicos y los paneles fotovoltaicos”, detalla González, entrevistado por RFI.
“En la zona de Montes submarinos de Canarias, una zona de antiguos volcanes submarinos inactivos, lo que estamos encontrando son costras de hierro manganeso en las que también se acumulan muchos metales de tipo estratégico y crítico como: el cobalto, el telurio, las tierras raras y todos estos elementos con tantas aplicaciones industriales que se pueden utilizar para fabricación de alta tecnología y energías limpias”, agrega el geólogo.
El litio, el cobalto y el níquel son los componentes esenciales de las baterías de autos eléctricos cuya demanda conoce un boom en el mercado europeo, por ejemplo.
Las ONG ambientalistas sin embargo rechazan el argumento ecologista esgrimido por las mineras para explotar los fondos oceánicos (ver video de The Metals Company aquí). “La minería dice que necesitamos ir al mar profundo para conseguir níquel, cobalto, cobre y manganesa, elementos necesarios para la transición a la energía renovable. La realidad es que no los necesitamos para la transición ecológica”, opina Matthew Gianni, cofundador de la Coalición internacional de ONG para la conservación de aguas profundas (DSCC), que pide una moratoria de los proyectos mineros en alta mar.
“Lo que mueve estos proyectos es el dinero, y el interés de algunos países de poder garantizar su acceso a metales cuyo suministro sería difícil en caso de guerra o de conflicto comercial”.
Para algunos países, hacerse con las reservas metálicas oceánicas permitiría efectivamente reducir su dependencia. “China suministra hoy el 98% de las tierras raras utilizadas por la Unión Europea que se encuentra en una situación de gran dependencia. Y la República Democrática del Congo posee el 50% de los recursos mundiales de cobalto y una gran mayoría de minas en los que el trabajo infantil no está prohibido”, recuerda un informe del centro de análisis francés Fondation de la Mer, publicado en 2022.
Impactos desastrosos para el ecosistema marino
Si bien de momento la extracción minera submarina se limita a algunos países, la Autoridad internacional de fondos marinos (ISA, en inglés) podría próximamente autorizar la explotación a gran escala de minerales en aguas internacionales, si la comunidad que la componen se ponen de acuerdo para elaborar un nuevo código minero.
Pero la perspectiva de ver maquinaria pesada arrastrando los abismos de los océanos despierta las alarmas de los científicos y de los ambientalistas.
Según un articulo del Massachussets Institute of Technology (MIT), la vida de los abismos oceánicos podría verse afectada irremediablemente por la minería en aguas profundas. Algunos organismos podrían quedar enterrados en los sedimentos, mientras que las nubes acuáticas de metales podrían contaminar las aguas, asfixiar las especies marinas e impedir la pesca. Los científicos temen también que la actividad minera marina podría crear interferencias acústicas para los mamíferos.
“En el Pacífico central y oriental, cada explotación sería de alrededor de 10.000 km cuadrados, con licencias de 30 años y tendría impacto en la vida en hasta 30.000 km cuadrados y en miles de metros cúbicos en la columna de agua, la zona mesopelágica”, advierte el activista Matthew Gianni.
Además, “solo hemos descubierto una fracción de las especies que viven en esta zona”, subraya Gianni.
Entre las especies frágiles de la alta mar se encuentran por ejemplo “los corales y esponjas que viven a 4000 metros de profundidad y que necesitan los nódulos para enraizarse y crecer. No son plantas, son animales y dan forma al ecosistema”, detalla Gianni.
Lo cierto es que las compañías mineras que planean explotar los fondos marinos aún no saben cuantificar los impactos sus maquinarias.
“La pregunta es, cómo podemos hacer para que esta potencial explotación futura de los recursos sea sostenible”, plantea el geólogo marino Javier González.
“Hoy en día se está desarrollando muchísima tecnología a nivel de las compañías minerías que están invirtiendo grandes cantidades de dinero en el desarrollo de robots que van arrancado el material del fondo marino y lo van transportando a buques mineros que después llevarían a tierra firme a procesar este material”, agrega González.
En virtud del principio precautorio, organizaciones ambientalistas como Greenpeace, científicos la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que establece la lista de especies amenazadas, e incluso el Parlamento Europeo piden a los gobiernos del mundo suspender los proyectos de minería en aguas profundas.
Incluso algunas empresas como BMW, Google, Samsung o Volvo se comprometieron a rechazar los materiales que proceden de la minería profunda.
Por el momento, solo algunos países como China, Noruega o Japón ya iniciaron fases de extracción minera en sus respectivos territorios marinos. Otras naciones como España, Francia o Australia han optado por suspender o prohibir la minería en aguas profundas. Y el estado pacífico de Palau propondrá en la Cumbre de los Océanos en Lisboa (27 de junio – 1ro de junio de 2022) una moratoria internacional sobre la minería submarina.
Aún se esperan que la autoridad internacional de los fondos marinos, bajo la égida de la ONU elabore -antes de agosto de 2023- un código minero que abriría la puerta a una nueva industria en aguas internacionales donde se han identificado reservas inmensas. En los próximos meses se librará una batalla para definir si se decide explotar o no los fondos oceánicos.
Fuente: rfi
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