Martina tuvo varias experiencias laborales en el exterior. A los 18 fue modelo en una casa de vestidos novias en París
“Si querés hablarme de versatilidad, hace unos años estaba abriendo pasarelas en Barcelona y en París”, dice en su cuenta de TikTok Martina Lehmann (@martu.leh), mientras su imagen de modelo de vestidos de novia se funde con el de minera en Australia, con ropa amarilla fluorescente, casco y anteojos de seguridad. En este momento, la argentina de 27 años recién cumplidos está trabajando en una mina de oro en el centro de ese país, a 900 kilómetros de Perth, ciudad que tomó de base. En una entrevista telefónica con Infobae desde el village de la mina, el lugar donde tiene su cuarto y comodidades de un hotel, la ex modelo cuenta este giro increíble de su vida, con alegría y absoluta sinceridad.
“Es un mundo rarísimo. Jamás en mi vida se me ocurrió que yo iba a terminar trabajando acá. Es que yo, nada que ver, estudié administración de empresas, trabajé en empresas, tuve una empresa. Fui modelo, hice de todo. Y bueno, después la vida me fue llevando por diferentes lugares”, cuenta quien hace poco tiempo vivía en el barrio de Belgrano.
Ahora cuenta que no tiene casa. Vive en el village, el asentamiento minero con bar, gimnasio, buffet, en el medio del desierto, un lugar que no puede mencionar, por políticas de la compañía en la que trabaja. Los empleados de la mina suelen trabajan la semana 1 y semana 3 de cada mes. Pero tiene la opción de quedarse esa semana del medio trabajando, algo que supone un ahorro, que es el fin último de Martina, ahorrar y ahorrar para poder comprarse en un corto plazo un departamento en Buenos Aires. Su gran meta.
0 seconds of 2 minutes, 7 secondsVolume 0%La tiktoker Martina Lehmann muestra su día a día en su lugar de trabajo
En el desierto no hay nada. Mira desde la ventana y describe lo que ve: árboles secos, plantas secas. Dice que ahora cuando empiece un poco el calorcito van a empezar a salir las serpientes grandes y las arañas. Serpientes que podrían interrumpir su camino y debería capturar según las capacitaciones recibidas con bolsas para tal fin, aunque la minera argentina tiene más intenciones de salir corriendo que encomendarse a esa tarea. Por otra parte, considera que los ofidios están en su hábitat natural.
Si tiene turno de día arranca muy temprano, a las 4 de la mañana. Se ducha en su cuarto con baño privado, arma su bolso para el trabajo y se dirige al comedor donde llena un tupper para el día con ensaladas, frutas, bebida, galletitas. Es un tenedor libre. Guarda todo en su mochila y a las 5 sale el micro que los lleva a la mina donde la esperan 12 horas de trabajo.
“Yo soy técnica en procesos. Algo que no requiere experiencia previa. Acá la minería es un oficio y empezás de abajo y de ahí vas creciendo. Por lo general la gente ingresa limpiando y de ahí de a poquito se va escalando. Justo cuando yo entré había una vacante para saltearme la parte de limpieza. Entonces me asignaron una máquina trituradora de piedras en la planta fija, donde se achican hasta 1,5 cm”, precisa. Hasta ahora estuvo trabajando en la torre de control, donde resuelve problemas donde saltan las alarmas (ahí se quebró un dedo martillando una parte de una máquina). Y ahora, rotando con sus compañeros, el 99 % son hombres, le asignaron la zona de tanques, donde se realiza el proceso químico para la extracción del oro de las piedras trituradas.
0 seconds of 2 minutes, 41 secondsVolume 0%Martina Lehmann ofrece tips a su audiencia de TikTok para conseguir un trabajo como el de ella
“Es muy áspera la vida acá en las minas. Desde el agua de la ducha que tiene muchos minerales, entonces es muy pesada para la piel que queda súper seca y el pelo que te queda electrificado. Te la pasás cubierta de polvo y barro, todo el día. Además de que hay mucho sol. Después de las 12 horas acá nos subimos al micro de vuelta, volvemos al village y yo me voy al gimnasio, todos los días, e intento comer lo más sano posible y recurro a las cremas para compensar porque es todo muy adverso y duro”, asegura Martina.
Sin embargo, dice que el aspecto más difícil de su trabajo es la parte emocional, por elaislamiento. “Los días se hacen de chicle, estás con gente de otra cultura, que trabaja en la minería de toda la vida, prácticamente en el medio de la nada. A veces te quedás sin señal. Lo más complicado es gestionarse a uno mismo, la cabeza, cuando te afloran todas las dudas existenciales en un día: ¿qué estoy haciendo acá?”. Al tener la computadora cerca, pone a sus padres en altavoz para sentirse más cerca.
El trabajo que tiene era lo que la ex modelo se había propuesto a toda costa cuando se quedó sola en Australia. Sola porque su viaje desde Buenos Aires había empezado en plan con su ex novio argentino con la idea de juntar plata y hacer una nueva experiencia. Nueve meses organizaron el viaje juntos y al mes de llegar a Melbourne en marzo de este año, decidieron seguir cada uno por su lado. Cuenta que no hubo ninguna situación dramática, que fue simplemente una decisión madura de ambos.Martina Lehmann en su versión barista
“En ese momento yo estaba trabajando de mesera en un restaurante, que era lo que había encontrado en ese momento y al separarnos yo seguí mi viaje sola, me quedé acá y él se fue de Australia”, recuerda.
Al poco tiempo, dentro de un grupo de argentinos en Melbourne conoció a Luciano, un chico con muy buena onda, que le contó que pensaba irse a Perth, donde muchas personas trabajan en la minería. Y ella le contó que trabajaba en un restaurante, que vivía a una hora de Melbourne en un pueblito en medio de la nada, que le costaba sociabilizar y que tampoco estaba ganando lo suficiente como para justificar ese esfuerzo. Y a continuación hizo lo “más loco” desde su llegada a Australia. “La segunda vez que lo vi lo pasé a buscar con el auto, una carpa y dos bolsas de dormir y nos vinimos a hacer un road trip, un viaje en auto desde Melbourne hasta Perth. Son más de 3000 kilómetros. Nos llevó nueve días el viaje, acampando en el medio de la nada, a un costado de la ruta. El viaje lo hice con un extraño hasta ese momento. Ahora es uno de mis mejores amigos. Terminó saliendo increíble. Acá hay mucha movida de acampar, pero éramos dos inexpertos. Compramos mal la carpa, mal las bolsas de dormir, nos cagamos de frío, nos llovió, nos empapamos”, repasa sobre esta gran aventura donde se cruzaron con gatos monteses y serpientes. A sus padres, con quienes tiene un vínculo muy cercano, les contó la mitad del asunto, porque “era un montón”. Se ahorró unos cuantos detalles para cuidarlos.Un recuerdo de su mayor aventura, acampar al costado de la ruta, en medio del desierto con un extraño
A su llegada a Perth se sentía feliz, de buen humor, “expansiva y sintonizada” con lo que estaba haciendo. Empezó a entrar a todos los grupos de argentinos en Perth y empezó a hacerse de amigos, al mismo tiempo se informaba sobre cómo entrar en la minería. Para no gastarse los ahorros, y porque el costo de vida es altísimo en Australia, consiguió un trabajo de recepcionista en un restaurante. Al mes cumplió su objetivo, la llamaron de una compañía, y como había mandado tantos CV cuando la convocaron no sabía quiénes eran. Se tomó el vuelo de un pasaje que le mandó una empresa a ciegas y empezó a trabajar en una mina.
Tal como le habían adelantado los ingresos eran muy buenos. Ahora valía la pena quedarse y en lugar de gastarse los dólares australianos en viajes por la Polinesia o lujos, se fijó un objetivo: “Quiero volver a Argentina lo antes que pueda y eventualmente de acá a dos años más, ver si me puedo comprar un departamento o algo así allá. No me molesta trabajar, estar entre el esfuerzo, descanso, esfuerzo, disfrute y plata. No me molesta poner esfuerzo y tiempo”, subraya.Martina muchas veces se pregunta ¿qué hago acá?
Con lo que ganaba en Buenos Aires no podía acceder a un departamento. Tenía un buen trabajo, pero no era suficiente porque llegaba a fin de mes con poco ahorro. Ahora su consigna es juntar todos los dólares australianos que pueda en el menor tiempo posible para volver. “Yo quiero volver a Buenos Aires, yo soy de allá. Yo soy muy cercana a mi familia, muy de las costumbres argentinas. Entonces por más que haya vivido en seis países e intenté irme muchas veces, para mí Argentina es como el canto de la sirena. Yo siempre quiero volver y quiero estar de vuelta con mi gente”.
Martina se reconoce como latina y muy pasional. Le gusta eso de sentarse a tomar mate o un cafecito con sus compañeros de trabajo y charlar sobre la vida. Pero eso en Australia no existe. Cuenta que es una cultura muy diferente, donde a nadie le importa como uno se siente. Después de trabajar tres semanas seguidas llegó a sentirse como un náufrago dejando una isla. A esto se suma en que su trabajo está dominado por un 99% de hombres. Aunque la convivencia es buena, son muy respetuosos y hay una política de inclusión femenina, al principio le resultó desafiante: “Voy a comer a la mañana o a la noche al restorán y soy la única mujer, o somos tres mujeres con 200 tipos. Y como están acostumbrados a estar entre hombres, los mineros escupen, eructan, se tiran pedos”, relata todavía sin poder creerlo.
0 seconds of 6 secondsVolume 0%La tiktoker Martina Lehmann explica en una sola palabra la razón de tanto esfuerzo lejos de su casa
En su cuenta de TikTok es muy común que su audiencia le pregunte cómo postularse a ese trabajo y quieren saber a cuánto asciende su salario. A ella no le gusta decir cuánto gana, pero ofrece algunas referencias para darse una idea. Hay personas que trabajan en el village, donde los empleados duermen y comen y otras en la mina, como ella. Dice que el personal de limpieza gana entre 34 y 40 dólares australianos la hora (21 y 25 dólares estadounidenses) mientras que un trade assistant (entrenados de electricistas, soldadores) en la mina -que es el primer escalafón- gana entre 38 y 60 la hora (24 y 38 dólares estadounidenses). Dependiendo de la cantidad de semanas que trabajen ganan entre 6000 y 12000 dólares australianos por mes (3800 y 7600 dólares) que no quedan limpios porque se paga entre un 15 y 30% de impuestos.A Martina le encantan las aventuras y no le teme a los cambios
A los 17 participó de Miss Argentina y quedó como primera princesa. Ya había ido a sus primeros castings y desfilaba desde hacía un año. Martina mide 1,85 y en uno de los videos se describe como lo opuesto a Messi porque tuvieron que detener su crecimiento. Apenas terminó el secundario en una estricta escuela alemana voló a París y se convirtió en modelo de calce en Cymbeline, una tradicional firma de vestidos de novia, donde existe una gran industria. Y además desfiló en algunas pasarelas como la de Barcelona y también en Alemania, la tierra de sus ancestros.
La argentina recuerda que en las agencias de modelo parisinas la esperaban con el centímetro en la mano. Si la circunferencia de su cadera no era de 89 centímetros ni la miraban, aún cuando no existiera proporcionalidad con su altura. “Yo estaba cada vez estaba más flaca, más flaca, más flaca y ya llegaba un punto que me acuerdo decirle a mi manager ‘no me puedo cortar los huesos. O sea, ya esto es hueso, no hay más que esto’”.Modelo Minera
En su antigua vida de modelo corría 10 km por día y apenas se alimentaba. “Te ves flaca, pero te marchitás”. Como le gusta estudiar, igual que sus padres que son intelectuales, abandonó ese mundo frívolo sin pensarlo dos veces.
La moda y París definitivamente no eran para ella. Se quedó solo seis meses y se volvió a la Argentina. “Era muy dura la vida de la modelo. El ambiente de la moda en sí es difícil y en París te digo que es más dura la vida de la modelo que trabajar acá en las minas”, asegura en una extraña comparación que solo puede establecer ella.
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