Aun cuando es valorable el camino recorrido por la industria para reducir la huella de carbono del cobre chileno, tal esfuerzo queda truncado cuando perdemos control y trazabilidad sobre las emisiones asociadas a los concentrados que dejan el territorio para procesarse afuera. Fundir y refinar más en Chile no solo contribuiría a mejorar aquello, sino también, nos permitiría reducir la dependencia de fundiciones extranjeras que, por estar altamente concentradas en un solo país, tiene asociados los riesgos geopolíticos propios de los tiempos actuales.
Las transformaciones productivas impulsadas, a nivel global, para reducir las emisiones de CO2 implican una presión sobre los minerales necesarios para mitigar los efectos del cambio climático. En este escenario, las estimaciones de mediano plazo apuntan al aumento sostenido de la demanda de cobre, pero con la expectativa de que sea producido con baja huella de carbono.
Hoy la minería chilena contribuye con casi un cuarto del cobre mundial, sin embargo, más de la mitad deja las fronteras como concentrado. Esto se explica porque nuestros últimos y mayores esfuerzos han estado más enfocados en elevar la producción y no la capacidad de refinación. Que la última fundición que inició operaciones en Chile ya sume tres décadas es prueba de ello.
Aun cuando es valorable el camino recorrido por la industria para reducir la huella de carbono del cobre chileno, tal esfuerzo queda truncado cuando perdemos control y trazabilidad sobre las emisiones asociadas a los concentrados que dejan el territorio para procesarse afuera. Fundir y refinar más en Chile no solo contribuiría a mejorar aquello, sino también, nos permitiría reducir la dependencia de fundiciones extranjeras que, por estar altamente concentradas en un solo país, tiene asociados los riesgos geopolíticos propios de los tiempos actuales.
Fortalecer y aumentar la capacidad de fundición y refinería (FURE) nacional es una prioridad que requiere de un trabajo público-privado coordinado que nos permita generar las condiciones para hacer viable y atractivo el desarrollo de nuevas instalaciones y potenciar el desempeño de las ya existentes.
Con el envío al Congreso de la Estrategia Nacional para el Fortalecimiento de la Capacidad de Fundición y Refinería esta semana, el gobierno reafirma su decisión de apuntar en esa dirección mediante propuestas de acción concretas en tres ejes de trabajo. El primero –dirigido a propiciar una industria FURE en sintonía con los desafíos actuales- plantea un acuerdo que concilie el necesario aumento de la captura de gases con los tiempos para implementar adecuaciones tecnológicas y de proceso para lograr mejoras ambientales. Aquí cobran sentido también la inversión en investigación y desarrollo de otras tecnologías de producción de cobre refinado; la incorporación del negocio FURE en iniciativas de transparencia internacional; y la formación de capital humano especializado.
En tanto, para profundizar la capacidad estatal, Codelco debiera mantener o incrementar su capacidad FURE con la adecuada gestión de activos y mejoras operacionales de sus instalaciones, además de apoyar esfuerzos necesarios para aumentar la capacidad en Chile con proyectos de expansión o participando en nuevas iniciativas. A Enami en tanto, se le encarga liderar un proyecto de aumento de capacidad de fundición en la región de Atacama, donde la empresa juega un papel gravitante para la sostenibilidad de la pequeña y mediana minería.
Finalmente, como tercer eje, la estrategia procura fomentar nuevas capacidades mediante la generación de condiciones habilitantes para desarrollar proyectos FURE bajo un esquema de colaboración público-privada. Insertar este desafío en la Estrategia de Fomento y Promoción de la Inversión Extranjera puede resultar eficaz para incentivar el ingreso de capitales foráneos, especialmente cuando, además, se presenta la oportunidad de avanzar en generar una certificación de cobre refinado en Chile que sirva como sello de calidad y que incorpore trazabilidad y huella de carbono.
Fortalecer nuestra capacidad FURE es, por razones estratégicas, un camino viable que puede hacerse de modo rentable y con estricto apego a los cada vez más exigentes estándares ambientales. Es una invitación para abordar, en conjunto, un desafío del que no podemos restarnos. Sobre todo, porque nos proyecta al futuro asignando a la minería chilena, un valor de marca que tendríamos que perseguir.
Fuente: La Tercera
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