Hace doce años protagonizó una travesía de alcance global, el rescate de los 33. Ahora dirigirá la mayor empresa chilena. En su tercera etapa en Codelco, reemplazará de nuevo a su amigo Octavio Araneda, pero ahora en la presidencia ejecutiva. Un liderazgo sin estridencias que se probará en un mal año para Codelco, con una producción debilitada, el desafío de ejecutar expansiones gigantescas y el desafío de formar una dupla complementaria con el presidente del directorio, Máximo Pacheco. ¿Podrá Sougarret rescatar ahora a Codelco?
“André es de cuero duro y ha debido afrontar situaciones de estrés (…) Tiene experiencia en estas situaciones”. Así describía a André Sougarret hace doce años, en el apogeo de su fama por el rescate de los 33 mineros, uno de sus amigos, otro ingeniero de mina que, igual que él, trabajaba en El Teniente. Ese amigo es Octavio Araneda y entonces subgerente de operaciones del yacimiento subterráneo de Codelco. Los dos llegaron al pináculo de su carrera profesional en la misma empresa. Sougarret, quien cumplió 58 años en julio, fue designado hace una semana por el directorio de Codelco como el sucesor de Araneda en la presidencia ejecutiva de Codelco. Y aunque el cambio se produjo el lunes, Sougarret seguirá fuera un tiempo por una licencia médica, tras cortarse el tendón de Aquiles jugando fútbol.
Egresado de Ingeniería de Minas de la Universidad de Chile en 1987, en sus inicios fue ayudante de proyectos en una empresa de ingeniería y luego trabajó casi cinco años en Mantos Blancos, de Anglo American. Hasta 1992, cuando entró a El Teniente, donde partió como jefe de turnos y luego fue ingeniero de proyectos, ingeniero de planificación, superintendente de mina, gerente de proyectos y gerente de mina. Ese cargo ocupaba en agosto de 2010, cuando el presidente ejecutivo de Codelco, Diego Hernández, lo llamó para una misión. Se presentó en La Moneda un lunes, con jeans y casco, lo subieron a un avión con el entonces Presidente Sebastián Piñera y en terreno, en pleno desierto, le encomendaron encontrar y rescatar a los 33 mineros atrapados en la mina San José. La historia es conocida.
Laurence Golborne, entonces ministro de Minería, recuerda que llamó a dos personas para pedir colaboración para el rescate. Uno fue Nelson Pizarro, un experimentado ejecutivo minero entonces en el mundo privado. El otro fue Gerardo Jofré, presidente del directorio de Codelco. La estatal designó entonces a Sougarret. “Nos mandaron un equipo y Sougarret era mi contraparte técnica principal”, recuerda Golborne.
A sus 46 años, Sougarret se hizo mundialmente conocido: mil millones de personas presenciaron por televisión el rescate de los mineros, fue elegido como ingeniero del año por el Colegio profesional de la orden y el ingeniero de minas 2010 por sus pares y su experiencia fue recreada en 2015 por el actor irlandés Gabriel Byrne en la película Los 33.
Sougarret no cambió su manera de ser: un técnico sin estridencias, de trato fácil y calmo. “Es muy ponderado. Su liderazgo se basa en sus conocimientos y su capacidad profesional, no en carisma o histrionismo”, analiza Golborne. “Siempre fue muy respetuoso. No habla más de la cuenta”, agrega.
Terminada la operación en el campamento Esperanza, en la comuna de Copiapó, Sougarret volvió a Rancagua, donde estaban su esposa y sus tres hijas, y un año después fue ascendido hasta la subgerencia general de operaciones de El Teniente.
En febrero de 2012, fue tentado por el grupo Luksic. Y entonces, hace justo una década, dejó por primera vez Codelco. Volvería dos veces más.
La grúa operó a comienzos de 2012. Quince meses después del rescate de los 33 mineros, el grupo Luksic reclutó a Sougarret a través del head hunter Spencer & Stuart y lo puso como gerente general de Esperanza, un yacimiento que ese año produjo 162 mil toneladas.
Con los Luksic, y poco después otra vez con Diego Hernández como jefe, Sougarret estuvo casi cinco años. Tras la fusión de Esperanza y El Tesoro nació Centinela. Y Sougarret se hizo cargo de esa operación. En 2016, Centinela produjo 236 mil toneladas. Un ejecutivo minero dice que ese salto fue relevante, pero no a la primera línea aún: la mayor mina de Antofagasta Minerals, Amsa, de los Luksic, no era Centinela, sino los Pelambres.
Un año después, en 2017, duplicó las toneladas a su cargo, al regresar a la división donde saltó a la fama. Pero ahora como su ejecutivo principal: fue designado gerente general de El Teniente. Era el regreso del ingeniero de mina más famoso de Codelco. En 2017, El Teniente produjo 464 mil toneladas. E igual que ahora, siguió el camino de Octavio Araneda, quien había sido gerente general hasta 2012. Ambos habían coincidido también en la Universidad de Chile, en Beauchef. Araneda, un muy buen alumno, dice un exprofesor, egresó en 1985. Sougarret, el 87. Pero no se conocieron si no hasta 1992, en El Teniente. Ahí mismo, en 2008, escribieron juntos un paper técnico sobre diez años de experiencia en El Teniente, el que expuso Araneda en un congreso de Mass Mining en Suecia y que fue referente de ejecutivos mineros de Australia y Sudáfrica.
La rotación de Sougarret, sin embargo, no terminó ahí. Con el regreso de Sebastián Piñera a La Moneda se produjeron, además, cambios en las empresas públicas. El ministro de minería Baldo Procurica llamó a Sougarret para ofrecerle el mando de la Empresa Nacional de Minería, Enami. Luego hablaría nuevamente con Piñera. Ocho años después de Los 33. Pero el ingeniero estuvo solo ocho meses al mando de Enami, una posición en la que debió lidiar con cosas más allá de lo operativo. Otra oportunidad laboral lo llevó a abandonar el cargo.
A fines de 2018, el ejecutivo chileno asumió su primer y, hasta ahora, único desafío internacional: fue designado chief operating officer de Fresnillo, una minera con sede en Ciudad de México. Cambió las toneladas de cobre por las onzas de oro y plata. Durante dos años estuvo en México con su esposa, Marisol Lara, pero no con sus tres hijas, las que se quedaron en Chile. A Fresnillo llegó otra vez por recomendación de Spencer & Stuart. En el reporte anual de 2019 de Fresnillo, el chileno decía que su prioridad era la seguridad de los 18 mil empleados de la firma, sobre todo en las dos áreas tradicionalmente más peligrosas en la minería: los desprendimientos de rocas y los accidentes con maquinaria. Dos trabajadores de Fresnillo habían fallecido ese año, lo que Sougarret consideraba, escribió, inaceptable. “Mi liderazgo de una importante y exitosa operación de rescate en una pequeña y profunda mina de cobre en Chile renovó aún más mi compromiso de poner siempre la seguridad en primer lugar”, agregó, en alusión a la epopeya de la San José.
Desde México regresó sobre todo por una razón: su antiguo amigo, Octavio Araneda, quien había sido designado presidente ejecutivo de Codelco en julio de 2019, lo llamó y lo invitó a sumarse a su equipo. Pero también influyeron otras cosas: quería volver al Chile posestallido y las exigencias de seguridad en un país de alto riesgo como México lo incomodaban.
Por segunda vez volvía a Codelco a un puesto que antes ocupó Araneda, entre 2014 y 2016. Sougarret llegó en enero de 2021 a la vicepresidencia de operaciones Norte, cargo por el que recibió una remuneración de $ 430 millones líquidos los últimos 12 meses. Faltaba el tercer reemplazo, el más importante.
Cuando Octavio Araneda se ausentó temporalmente de la presidencia ejecutiva, el 20 de mayo, en la empresa sabían que su alejamiento podía ser definitivo. Sometido a una delicada operación de salud, la licencia de Araneda terminaba a fines de agosto. En su reemplazo, en mayo, el directorio designó a Sougarret como subrogante. Y efectivamente, Araneda decidió no regresar. Por recomendaciones médicas, dicen todos; también por incomodidad con el protagónico estilo de gestión del nuevo presidente del directorio, Máximo Pacheco, aseguran otros. También decidió irse, complementa un ex Codelco, porque sentía que Sougarret era su reemplazante natural y que, así, Codelco quedaría en manos conocidas.
La ley de gobierno corporativo de Codelco entró en vigencia en marzo de 2010: en esa fecha salieron del directorio los ministros de Minería y Hacienda y se profesionalizó el directorio de nueve integrantes, cuatro de ellos nombrados por Alta Dirección Pública por parcialidades, para evitar los ciclos políticos. Hasta entonces, dice un exdirector de Codelco, los presidentes ejecutivos gobernaban la empresa con escasos contrapesos. “Eran amos y señores de todo”, dice otro exejecutivo de Codelco. Desde 1990 a 2010, ese cargo lo ejercieron, en orden de aparición, Alejandro Noemi, Juan Villarzú, Marcos Lima, Villarzú de nuevo, y José Pablo Arellano.
El primer presidente ejecutivo del nuevo gobierno corporativo fue, en 2010, Diego Hernández, un ejecutivo minero que venía de la poderosa BHP. Dejó Codelco en mayo de 2012, en el primer test de ese nuevo diseño legal: disputas con el directorio por el modo de enfrentar la negociación con Anglo American por Los Bronces terminaron con Hernández fuera. A Hernández lo reemplazó Thomas Keller, un ex Collahuasi que había llegado a hacerse cargo de las finanzas de Codelco en 2010. Fueron los años de Piñera 1. Con el cambio de gobierno, en 2014, llegó Óscar Landerretche a la presidencia del directorio y Nelson Pizarro, a la presidencia ejecutiva. Con lata experiencia en la minería, Pizarro asumió el mando con sus 73 años a cuestas. Estuvo cinco años.
La sucesión de Pizarro fue entonces planificada. A mediados de 2019, el proceso de selección estaba en plena marcha. El directorio encomendó a Egon Zehnder la búsqueda de candidatos y la lista corta incluía con ejecutivos extranjeros -entre ellos, un latinoamericano que trabajaba en Australia- declinaron seguir participando en el proceso: aunque Codelco es el mayor productor mundial de cobre, otras corporaciones remuneran mejor a sus máximos ejecutivos. Mientras el CEO de Codelco gana de US$ 1 millón bruto, el de BHP recibe US$ 14 millones y el de Amsa, US$ 4 millones. En ese directorio, revela alguien que participó en la decisión, había un sesgo a traer a alguien de externo de Codelco. Analizaron, por ejemplo, la opción de Jorge Gómez, presidente ejecutivo de Collahuasi. Pero la carrera decantó por los candidatos internos: quienes más sonaban fueron Octavio Araneda y Álvaro Aliaga, revelan hoy, con el paso del tiempo, quienes participaron en esa discusión.
El 19 de julio de 2019, el directorio escogió por unanimidad a Araneda. Asumió el 1 de septiembre. Terminado su ciclo el 29 de agosto de 2022, encabezó la minera por exactos tres años.
Esta vez, la salida de Araneda esta vez no dio mucho tiempo para discutir la sucesión. El directorio escogió por unanimidad nuevamente a un chileno. Evaluaron otras opciones, pero también se ponderó la urgencia de la designación. Y Sougarret era el reemplazante natural de su amigo Araneda.
Los dos forman parte de una suerte de “cofradía” de ex Tenientes. Alguien de ese grupo lo grafica así: son todos miembros de un mismo árbol cuyo tronco central fue Ricardo Álvarez, otro ingeniero de Minas de la U. de Chile que estuvo 39 años en Codelco, lideró El Teniente entre 2004 y 2010 y ahora dirige las operaciones regionales de la japonesa Mitsui. En ese comité ejecutivo de Álvarez participaban Araneda y Sougarret, además de Mauricio Barraza, hoy vicepresidente de operaciones centro sur, y otros dos gerentes que hoy trabajan en el grupo Luksic: René Aguilar, vicepresidente de sustentabilidad, y Mauricio Larraín, vicepresidente de operaciones. Enviado por Codelco, Aguilar debió acompañar a Sougarret en el rescate de los mineros de la San José. “Son los hijos políticos de Álvarez”, grafica un ex Codelco. Son épocas, en todo caso. Otro ex Codelco recuerda que en los noventa predominaban en Codelco profesionales de la Universidad de Concepción y ejecutivos de Chuquicamata. La balanza se inclinó al sur: desde hace años El Teniente es la división más productiva, con 460 mil toneladas en 2021.
También de El Teniente proviene el actual presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), Amador Pantoja, quien comenzó su trabajo sindical en 1996. “Yo a André Sougarret lo conozco hace muchos años. Es un ejecutivo que nace en nuestra división (…) Yo en lo personal tengo una muy buena opinión de él”, dice.
Los desafíos de Codelco son variados. Una duda es la convivencia de Sougarret con Máximo Pacheco, el presidente de directorio que ha asumido la vocería protagónica de Codelco. Aunque algunos creen que aquello podría ser quitar autonomía a Sougarret, otros apuestan por una complementariedad perfecta. Pacheco en la interfaz pública y política; Sougarret en la operación de la empresa. “Es un tándem interesante”, opina un ex Codelco.
Nadie le reconoce a Sougarret inclinaciones políticas marcadas. “Es un tipo bastante apolítico”, refrenda Golborne. “Buena pregunta”, responde Pantoja, quien no se atreve a clasificar políticamente al nuevo mandamás de Codelco: “No quiero decir que sea apolítico, no lo creo, debe tener cierta tendencia, pero nosotros lo vemos cercano a los trabajadores”. Hay quienes lo sitúan en el centro. A mediados de los 80, el estudiante Sougarret fue presidente del centro de alumnos de su carrera, pero postuló como independiente.
Donde sí hay más claridad es en sus competencias técnicas y operativas. La duda es si es suficiente para ser el CEO una corporación de tamaño global como Codelco. Un ex director de la minera dice que un presidente ejecutivo requiere mucho más que saber de operaciones: entre otras cosas, debe ser capaz de desafiar y hasta liderar a su directorio, y no solo ejecutar las directrices definidas. “El suyo es un liderazgo suave”, opina alguien que interactuó con él en la minera.
El carácter de los antecesores de Sougarret construye, en alguna medida, el perfil del cargo. Exdirectores recuerdan la personalidad dominante de Diego Hernández y Thomas Keller, por ejemplo, versus el liderazgo más sereno y reflexivo de Araneda y Sougarret, algo en lo que se parecen. “Araneda evadía el conflicto”, asegura un exejecutivo. Otro recuerda la dupla Landerretche-Pizarro, con el primero en lo público y el segundo en los yacimientos, como un símil de la dupla Pacheco-Sougarret. “Podría haber una buena sincronía”, agrega alguien que sostiene que Sougarret tiene una paciencia de kung fu. “Es de los liderazgos que convencen, que no son gritones”, agrega un personero que defiende la designación de Sougarret.
¿El riesgo? Algo que algunos en el directorio advirtieron tempranamente: que el debutante Pacheco sea quien mande en el día a día y que suplante en alguna medida los roles de su principal ejecutivo. Esa suerte de intervencionismo ha sido desvirtuada en privado por Pacheco: no participa en las reuniones de los gerentes y cuando visita las divisiones, lo que hace con frecuencia, se hace acompañar del presidente ejecutivo. Es que para ser contraparte del management debe estar adecuadamente informado, ha justificado a quienes han hablado con él. Para bien, Pacheco suma algunos hitos: el cierre de Ventanas y el compromiso del gobierno de capitalizar el 30% de las utilidades de los cuatro años de esta administración. Para mal: dos accidentes fatales en diez días, en julio, y una baja en la producción que se reconoció hace una semana.
En los primeros meses como presidente ejecutivo subrogante, Sougarret ya debió convivir palmo a palmo con Pacheco. Y debieron tomar decisiones. El ejecutivo desempolvó y actualizó los estudios anteriores de Codelco para el cierre de Ventanas y los expuso al directorio aquel viernes 17 de junio donde la mesa adoptó, por una mayoría de 5 a 3, el cierre de la fundición. Sougarret expuso un power point de 40 y tantas láminas y propuso el cierre. Y una vez adoptada la decisión, informó a los dirigentes sindicales que habían sido convocados a las oficinas de la minera. Sougarret también ha acompañado a Pacheco al Congreso, pero es el presidente del directorio quien primero toma la palabra.
El famoso rescatista tiene desafíos de corto y largo plazo. “Este será un mal año”, dice un alto directivo de Codelco que recuerda que un día antes de la designación del nuevo presidente ejecutivo, el propio Sougarret comunicó una actualización de proyecciones: este 2022 Codelco producirá más de 100 mil toneladas menos de las previstas. El mayor productor del mundo de cobre producirá este año entre 1.489.000 y 1.509.000 toneladas, algo que impactará directamente en los aportes que Codelco realiza anualmente al Estado. La cifra previa presupuestada por Codelco para 2022 era de 1.608.000 toneladas.
Según el académico de la UC Gustavo Lagos, quien fue profesor en la Universidad de Chile de Araneda y Sougarret en los ochenta, es un milagro que Codelco haya podido mantener todos estos años un nivel de producción relativamente estable. Dice que no es raro en la industria global que haya una sobreestimación de cifras de producción. “Todos los grandes yacimientos tienen problemas grandes. La gente no sospecha lo difícil que es producir cobre”, dice. Y por ello ubica ahí uno de las posibles metas de Sougarret. “El desafío de Sougarret es justamente seguir haciendo malabarismo para mantener la producción”, opina. En el corto plazo, además, se suma la ejecución del cierre de la fundición Ventanas.
Pero el gran desafío está radicado en los proyectos estructurales que permitirán a Codelco mantener su nivel productivo: Pacheco ha estimado que el 75% de la producción de Codelco al 2030 provendrá de esos proyectos de reposición. Son iniciativas gigantescas que exigen millonarios recursos y desafíos ingenieriles de marca mayor. Un exdirector de Codelco lo grafica así: nunca un grupo minero ha abordado tantos proyectos, gigantescos en costos y complejidades, como los que simultáneamente, y con un mismo equipo, emprendió la minera estatal. “No hay precedentes de esta audacia”, afirma un exdirectivo.
Retrasados y fuera de presupuestos, aquellos proyectos estructurales -que buscan mantener en 1,7 millones de toneladas la producción- son los más relevantes hoy para la mayor empresa chilena. Rescatarlos será el mayor desafío de su nuevo presidente ejecutivo. El ingeniero de mina André Roger Sougarret Larroquete.
Fuente: La Tercera
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