Casi nueve meses lleva la diplomática en el país y su mirada refleja no solo entusiasmo por lo que ha visto, sino que también por el futuro de la sociedad chilena. Sin eludir temas, se declara optimista por la economía local.
En septiembre llegó a Chile y, desde entonces, Bernadette Meehan no ha parado. Como embajadora de Estados Unidos en Chile nombrada por la administración Biden, su agenda la ha llevado desde Atacama hasta Magallanes haciendo gala de su experiencia de más de una década en el servicio exterior, en una especie de puesta al día de un cargo que estuvo vacante por más de tres años. Y su cuenta de Twitter es reflejo de su energía y afán por acercarse al país, incluida sus tradiciones y comidas.
Hoy está enfocada en la conmemoración de los 200 años de relación bilateral y dos décadas del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, en un contexto en que Chile -dice- se ubica entre las 15 mayores fuentes de inversión extranjera directa en la mayor economía del mundo y la entusiasma la idea de profundizar la cooperación en una serie de sectores. “Para mí -confiesa-, el más apasionante es el de las energías renovables y limpias”.
“Queremos ser parte del crecimiento de esta industria en Chile”.
“Para ser sostenible, Chile tiene que ser capaz de atraer inversión y capital extranjero”.
Y aquí ve la posibilidad de una combinación “perfecta”, pues “las empresas estadounidenses lideran el mundo en innovaciones científicas y técnicas en este ámbito; y Chile, es líder mundial en el reconocimiento de que tenemos que hacer más para proteger el medio ambiente”.
Ante esto, en el marco de los anuncios de la Estrategia Nacional del Litio, y el plan de hidrógeno verde de Chile, ve “muchas oportunidades para aumentar la cooperación”.
– ¿Qué lectura hacen desde EEUU acerca de la Estrategia Nacional de Litio anunciada por el Gobierno? La prensa extranjera lo calificó de nacionalización.
– Llamarla nacionalización, no creo que sea una captura exacta de lo que la estrategia establece; es un error decir que es una nacionalización de la industria. La propuesta de Estrategia Nacional del Litio la interpreto más como lo que ocurre con la infraestructura ya existente para el cobre, donde tenemos grandes inversiones. Freeport McMoRan, por ejemplo, tiene inversiones que trabajan muy bien con Codelco.
En el litio tenemos a Albemarle, que es una de las dos únicas empresas en el mundo que extrae el mineral aquí, y sé que Albemarle y muchas otras empresas estadounidenses que están en el negocio de la extracción -pero también en el ecosistema que apoya a la industria del litio-, están entusiasmadas con las oportunidades y deseando comprometerse con el Gobierno de Chile en oportunidades bajo la nueva estrategia, una vez que pase por el Congreso y el Senado, obviamente. Pero queremos ser parte del crecimiento de esta industria en Chile.
Y agregaría un par de cosas. El desafío para Chile, y esto no es sólo en el litio, sino que en cualquier sector, es encontrar un equilibrio entre accesibilidad e igualdad. Y esta es una prioridad compartida por los Presidentes Biden y Boric, que reduzcamos la desigualdad, que las oportunidades económicas sean más accesibles, más diversas, generalizadas. Y tiene que ser sostenible.
– ¿Y cómo se hace?
– Para ser sostenible, Chile tiene que ser capaz de atraer inversión y capital extranjero. No se puede tener una cosa sin la otra. Y, entonces, la pregunta es, a medida que se presentan todas estas nuevas propuestas, ¿pueden mantener ese equilibrio? ¿Pueden diversificar y compartir la riqueza y hacerla más accesible y equitativa para todos los chilenos, que es algo estupendo? Pero, ¿pueden hacerlo de manera que la inversión siga sintiendo que Chile es un entorno seguro y estable para invertir? Porque la inversión extranjera anhela dos cosas: certidumbre y estabilidad. Y sin esas cosas, la gente se echa para atrás.
– ¿Los inversionistas le han hecho llegar alguna inquietud particular sobre el litio?
– Las preocupaciones en general sobre el clima de inversión en Chile, se vuelven a la necesidad de encontrar este equilibrio. Lo que Chile tiene que manejar con cuidado es asegurarse de que las condiciones que permiten ese equilibrio no hagan a otros países más atractivos para la inversión extranjera.
– Y también está la preocupación de las AFP, porque todavía no está claro lo que va a pasar.
– La respuesta sobre las AFP y las Isapres es diferente a cómo la industria del litio está reaccionando a la estrategia, hay más preocupación. Todo el mundo reconoce que es necesario reformar el sistema de pensiones y el sistema de salud en Chile. Y, por supuesto, es una decisión de los chilenos, no del gobierno estadounidense, pero lo preocupante es cuando se ven noticias sobre las isapres, por ejemplo. Si las empresas extranjeras se ven obligadas a declararse en quiebra, porque no pueden competir y se retiran del mercado, eso no es sólo un peligro para esa industria en particular, envía una señal a otros inversionistas que dicen: “Si este no es un lugar seguro para invertir o si se toman decisiones y de repente una empresa no puede mantenerse y funcionar, quizá este no sea el lugar donde queremos invertir”.
– ¿Y el triunfo del Partido Republicano en la elección de consejeros constitucionales cree que cambiará la agenda política y la lectura de los inversionistas?
– Lo más importante es hacer hincapié en que el proceso constitucional es un proceso chileno, ni siquiera es el gobierno chileno, es el pueblo de Chile el que decide.
Abrumadoramente lo que más resuena en los Estados Unidos es que desde el comienzo del proceso constitucional, después del estallido social en 2019 hasta el domingo -incluido el pasado septiembre-, es la admiración de que ha sido un proceso transparente, democrático y pacífico. La gente votó, hubo un resultado, y luego se fue a trabajar y siguió con sus asuntos. Eso no ocurre en muchas partes del mundo. Así que creo que eso da a los inversionistas y a otros la confianza de que Chile sigue siendo estable, comprometido con la democracia y con la búsqueda de soluciones a cuestiones realmente difíciles de una manera pacífica y democrática. Estas cuestiones no son exclusivas de Chile (…). Pero cada país tiene su propia solución y, por eso, ahora Chile está pasando por un momento particularmente difícil. Hemos descubierto en Estados Unidos y creo que en otras partes del mundo occidental que un sector privado sólido puede ser parte de la solución, pero tiene que ser una asociación.
– Y la economía chilena, ¿cómo la ve?
– Como el resto del mundo, la economía de Chile se encuentra en un momento difícil. El Covid-19 fue un shock inesperado para el sistema financiero mundial y la guerra en Ucrania ha sido un segundo shock. Chile sigue siendo, en mi opinión, una democracia estable con una perspectiva económica saludable. Existen sólidos fundamentos macroeconómicos aquí en Chile, eso no me preocupa. La cuestión es, en algunos de estos sectores clave, cómo avanza Chile para encontrar de nuevo ese equilibrio que pueda seguir atrayendo inversión y capital extranjeros y no ahuyentar a los inversionistas, al tiempo que se abordan algunos de los problemas sociales que la administración ha prometido abordar. Sigo siendo optimista respecto a la economía chilena, es un lugar fuerte para la inversión extranjera.
Tratado de doble tributación: “Es mi prioridad número uno”
A comienzos de mayo, la embajadora acompañó a una delegación de 15 inversionistas chilenos a la cumbre SelectUSA y se reunieron con más de 17 gobernadores estadounidenses con el propósito de que las empresas chilenas -y las de todo el mundo- comprendan mejor las normativas y oportunidades comerciales. Todo en el contexto de que en los 20 años de TLC entre ambos países se ha cuadruplicado el comercio bilateral.
“Creo que a mediano y largo plazo veremos cuál es el éxito de esta conferencia, pero los comentarios que hemos recibido es que fue enormemente útil para estas empresas chilenas que buscan iniciar nuevos negocios o ampliar sus negocios existentes en los Estados Unidos. Así que estamos realmente entusiasmados”, señala.
Y, como parte de su agenda, aclara que el tratado que evita la doble tributación entre EEUU y Chile es “mi prioridad número uno y prioridad de inversión comercial financiera. Hemos estado muy comprometidos con la AmCham, con las empresas estadounidenses y con el Gobierno de Chile, y hemos hecho todo lo posible para avanzar en el Senado estadounidense. Así que, para mí, uno de los mayores objetivos es que se apruebe”.
– ¿Hay un plazo de tiempo en que espera que se resuelva?
– Tengo entendido que continúan las conversaciones y las negociaciones en el seno del Senado y de la administración. Así que tengo esperanzas de que veamos avances en 2023, pero no puedo comprometerme ni confirmarlo.
– También se ha reunido con las autoridades chilenas para abordar el tema de propiedad intelectual.
– Es un poco más desafiante. Chile sigue estando en lo que llamamos la lista de vigilancia prioritaria especial 301, que es un informe que EEUU publica cada año y que básicamente clasifica a los países según sus compromisos en el marco del acuerdo de libre comercio con el extranjero. Y Chile, por desgracia, sigue siendo deficiente en el cumplimiento de sus obligaciones en virtud del TLC en las áreas de propiedad intelectual, principalmente en relación con las patentes y marcas. Así que esto es algo en lo que hemos estado trabajando. Obviamente, nos gustaría que hubiera más avances en este tema.
¿Y China? “No estamos forzando a Chile o a otros países a elegir”
Su punto son las implicaciones de un sector privado que no está separado del Estado. “Sólo queremos una competencia justa y transparente”, dice.
La embajadora no elude temas y menos uno que está en la agenda: China. Y haciéndose eco de lo expuesto por el secretario de Estado de EEUU cuando estuvo en Chile, Antony Blinken, y el reciente discurso de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, explica que su país reconoce que el gigante asiático es el socio comercial número uno de Chile y estima una “falsa narrativa respecto a que la gente piensa o intenta decir que estamos forzando a Chile o a otros países a elegir; y, eso, simplemente, no es cierto. Y les diré por qué”.
Aquí se detiene y precisa que Estados Unidos y China tienen una relación comercial muy integrada y extensa -que en 2021 alcanzó a los US$ 700 mil millones-, con un comercio que supera a muchos países, excepto Canadá y México.
“Por lo tanto, la idea de que estamos tratando de decir a Chile (o a cualquier otro país) que tiene que dejar de comerciar o hacer negocios con China, es simplemente falsa”, enfatiza.
Dicho esto, reconoce la preocupación del compromiso económico con China. Y añade las razones: “Cuando tratas con el sector privado estadounidense, se trata de empresas independientes sobre las que el gobierno estadounidense no tiene ningún control. No ocurre lo mismo en otros países. El sector privado no está separado del Estado”.
Entonces, menciona, “si compites contra empresas respaldadas por un gobierno, es difícil para las privadas y se quedan fuera del proceso de licitación. Y, entonces, te quedas con empresas que puede que no tengan los más altos estándares, puede que no tengan protecciones de ciberseguridad, puede que no tengan protección de datos, pero como tienen el respaldo de un gobierno, son la opción más barata. Pero lo que es barato a corto plazo, puede ser lo más costoso a largo plazo”.
La otra inquietud, dice Meehan, “es que a veces, y China es un ejemplo de ello, hay tácticas económicas coercitivas en las que a veces se utiliza la influencia económica para decir que hay que tomar una decisión política. Y si no toman esa decisión política, tal vez dejemos de importar sus cerezas y colapsemos su industria agrícola. Nunca quieres que otro país tenga ese tipo de influencia sobre ti. Y cuando te comprometes con un sector privado, quieres asegurarte de que está separado de un gobierno para que no se convierta en una forma de apalancar tus políticas. Y Estados Unidos puede ofrecer eso y las empresas privadas estadounidenses también”.
Y entendiendo que el comercio de Chile con China es importante, aclara que no piden que se detenga: “Sólo queremos una competencia justa y transparente”.
“La competencia es sana en el deporte, es sana en los negocios. Si las empresas compiten entre sí, se impulsa la innovación y bajan los precios. Es bueno para el contribuyente, es bueno para el gobierno”, refuerza.
Fuente: Diario Financiero
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